domingo, 30 de diciembre de 2018


La luz se engendró bajo tu piel
cuando pariste demasiadas noches  
yo era mortal 
un puente para poder cruzarlas

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una casa 
otra flor más 
casi al azar 
un adiós construido en los ojos
que podría ser posible  
un día si las manos se hacen pedazos
una flor, un adiós, un azar
sin manos 
     
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yo nací un domingo 
en el vientre vacío de una ciudad 
cuando el sol desenvainaba el día  
ciudad más extensa en la que yo nací 
mi madre lloraba
la piedra en el vientre que no había creado 
me parí y fui a escupir los vidrios 
el mundo que solo llamé por su nombre 
y fui olvidarme lejos  
a sentirme lejos 
a escribirme en el humo de un tejado
allende a los gorriones 
y la humedad viva de patios y cristales 
era la rapidez de ser fértil y morder
matar y esperar la hora convenida 
para fornicarme o disparar (esas cosas de vivir)   
el día olía a julio pero era agosto 
el tenaz fantasma y la huella del mentecato  
improvisaron la hora
las voces susurraron 
yo entonces comprendí   




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